Este Fan Fic es para aquell@s que nos quedamos con ganas de saber más acerca del amor entre Benito y Noelia de la serie "Yo soy Bea": cómo Noelia dejó de resistirse, cómo fue el primer beso, su primera vez, cómo engendraron a su hijo...Como sabiamente dice una gran amiga mía: "Creo que es la mejor forma de celebrar el final de la serie y de recordar los mejores momentos que pasamos en compañía de algunos personajes inolvidables"

miércoles, 19 de agosto de 2009

Capítulo 5: Lo que necesitas es amor

Recordó lo mucho que Benito le había ayudado sin pedir nada a cambio desde que le conoció a fondo trabajando juntos en ese proyecto de marketing viral.
Puso la cabeza entre sus manos, asimilando lo que parecía que empezaba a asumir.
Ella, Noelia Abad, enamorada de Benito Lozano…
Zarandeó la cabeza en señal de desaprobación consigo misma, pero ya no podía negarlo por más tiempo… Esos sueños que durante meses le despertaban en mitad de la noche intentaban advertirla de sus sentimientos, pero ella en lugar de aceptarlo y seguir para adelante había seguido negándolos e intentando huir de ellos… Siempre los mismos sueños… Ella entre los brazos de Benito, mientras él le cantaba una nana; mirando su cuerpo semi-desnudo en los servicios de Bulevar y sintiendo como un calor sofocante le recorría todo el cuerpo mientras él le decía que no era lo que parecía; guardando con mucho cuidado para que no se rompiera el pisapapeles en forma de lagarto que él le había regalado; él diciéndole que la amaba, que aunque había sido de manera teatral por el concurso de besos de cine, a ella se le había removido algo por dentro; bailando con un bombero macizo que al final resultó ser él en la fiesta de despedida de soltera de la mensajera; y ellos dos en el ascensor… estuvo tan cerca de él que casi no pudo evitar hacer lo que él creía que iba a hacer, pero claro, en ese momento era cuando seguía auto-engañándose y todo lo achacó a que “no era de piedra”… Quien le iba a decir que 3 meses después estaría asimilando lo que no creía que asimilaría nunca.
Intentando no pensar en nada más, se levantó y se dirigió de nuevo en dirección al San Pancracio. Necesitaba consejo espiritual…
A no mucha distancia de allí, Benito seguía absorto en sus pensamientos mientras Be y César seguían de cachondeo en sus mesas. Be se giró y miró a su compañero, que parecía que estaba en estado catatónico.
- Benito…
- ¿Mmm?
- ¿Se puede saber qué te pasa? Llevas toda la mañana rarísimo.
- ¿A mí? No me pasa nada, ¿qué me va a pasar? Absolutamente nada… Oye Be, ¿tú has visto a Noelia por algún lado?
- ¿A Noelia? Pues no, y espero no verla en lo que queda de mañana
- ¿Y tú, César? ¿Tú la has visto?
- Me ha parecido verla yendo en dirección al San Pancracio, supongo que estará allí desayunando. Pero por la cara que llevaba me parece que estaba de mala leche.
- Que raro…
César y Be empezaron a reírse mientras Benito miraba el reloj. Calculó el tiempo que hacía que la había visto irse corriendo como una histérica y se percató de que hacía más de una hora de eso. La conocía muy bien, y sabía que Noelia no se ausentaba tanto tiempo de su puesto de trabajo, y menos por estar en el San Pancracio… ¿Y si le había pasado algo? Benito se levantó y se fue corriendo, ante las caras de sorpresa de sus compañeros.


Mientras, por la puerta del San Pancracio entraba Noelia. Chali, que estaba limpiando las mesas, no la vio llegar. Cuando se giró y le miró la cara, no hizo falta que dijera nada. Solamente una mirada fue suficiente para hablar…
- Ven aquí, cariño. Aquí estaremos más tranquilas.
Chali cogió de la mano a Noelia y la llevó a la mesa que estaba en la esquina del restaurante, al lado de la puerta. Noelia no hacia más que mirarse las manos, para evitar entrar en contacto directo con los ojos de Chali, que sabía que podían penetrar hasta lo más profundo de su ser. Sin embargo, Chali notó ese detalle y le cogió de la barbilla, obligándole así a que levantara la cabeza.
- ¿Y esa carilla de perrito abandonao? ¿Qué pasa? ¿Has estao pensando sobre lo que te dije, no?
- Vamos a dejar una cosa clara, Chali… todo lo que vamos a hablar a partir de ahora son solo suposiciones, y en ningún caso pueden salir de estas cuatro paredes.
- D’acuerdo… desembucha.
- A ver… supongamos que a mi me gusta Benito…
- ¡Lo sabía!
- ¡CHALI! He dicho “supongamos”… recuerda lo que te acabo de decir.
- Sís, no he dicho nada… sigue.
- Bueno, pues como te he dicho… supongamos que a mí me gusta Benito. ¿Qué se supone que tendría que hacer yo ahora si fuese así?
- ¡Pues está clarísimo, Noe!
- ¿Ah sí?
- ¡Poj claro! Tienes que plantarte delante de tu maromo, decirle to lo que sientes y arrearle un morreo de aquí no te menees.
- ¡Ay Chali, por dios! ¿Cómo voy…? Quiero decir… ¿Cómo podría yo en esa circunstancia, si fuese real (que ya hemos dicho que no lo es), hacer semejante cosa?
- Pos mu fácil… sólo tienes que acercarte con el morrito así…
- ¡Me refiero…! A que como voy a decirle yo todo eso a… Benito. Dios, si es que hasta su nombre me horroriza… Benito y Noelia… Noelia y Benito… ¡Si es que no pega!
- Pues a mi me parece que queda mu divinamente… es más, si llegáseis a algo, me declararía fan “namber güan”. Sería algo así como una fan “BeniNoelista”.
- ¡Que no, que no y que no! Chali… pero si yo siempre he estado rodeada de hombres influyentes, atractivos, con grandes puestos de trabajo y con ambición… ¿te das cuenta? ¡Benito es todo lo contrario!
- Pos por eso mismo, Noe… ¿no te das cuenta?
- ¿De qué?
- ¿De qué te sirvió que esos hombres fueran atractivos, influyentes y toa la pesca? Al final te dejaron, y te quedaste sola y abandoná… Benito puede que no sea mu guapo, que no tenga un puestazo en una gran empresa y la verdad es que ambición no le sobra… pero tiene un corazón que no le cabe en el pecho y mucho amor que repartir. Y eso es precisamente lo que tú necesitas… que te quieran, que te mimen, que no te dejen sola nunca más.
- ¿Y tú qué sabes lo que yo necesito? Apenas me conoces, Chali…
- Aunque no lo creas, no hace falta conocer a fondo a una persona para saber lo que anhela… sólo me ha hecho falta mirarte a los ojos durante unos segundos para saberlo.
- ¿Entonces…? ¿Qué hago, Chali?
- Está muy claro, tienes que hablar con Benito y contárselo todo…
- ¿Contarme qué?
Benito había entrado por la puerta del San Pancracio escuchando la última frase… y quién sabe qué más.

CONTINUARÁ.

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