Este Fan Fic es para aquell@s que nos quedamos con ganas de saber más acerca del amor entre Benito y Noelia de la serie "Yo soy Bea": cómo Noelia dejó de resistirse, cómo fue el primer beso, su primera vez, cómo engendraron a su hijo...Como sabiamente dice una gran amiga mía: "Creo que es la mejor forma de celebrar el final de la serie y de recordar los mejores momentos que pasamos en compañía de algunos personajes inolvidables"

viernes, 25 de septiembre de 2009

Capítulo 11: Sustos, cotilleos y reconciliaciones

A la mañana siguiente, el primero en abrir los ojos fue Benito. Estuvo un buen rato sin saber donde estaba, hasta que recordó que lo que había pasado la noche anterior no había sido un maravilloso sueño… Estaba al lado de la mujer de su vida, que aún seguía profundamente dormida abrazada a él.
No sabía que hora era, pero de repente Noelia abrió los ojos y se miraron.
- Buenos días.
- Buenos días… ¿Qué hora es?
- No lo sé.
Noelia se incorporó y miró el despertador de la mesita de noche.
- ¡Joder Benito, que llegamos tarde!
- ¿Sí?
- ¿Pero no estabas despierto? ¿¡Es que no se te ha ocurrido mirar la hora!? ¡Dios!
- Es que estabas muy guapa dormida…
Noelia se levantó rápidamente, fue hacia el baño y en pocos segundos se escuchó el agua de la ducha. Benito siguió tumbado en la cama sonriendo… no sabía cuánto tiempo había estado mirándola dormir, lo único que sabía es que quería ver cada día de su vida al despertarse a esa Noelia recién levantada, despeinada y ojerosa. Incluso a esa Noelia con su punto de mala leche echándole la bronca por algo.
Al rato se levantó de la cama y fue a la cocina para hacer el desayuno, pero su gozo cayó en un pozo cuando vio que en la nevera apenas había comida. Ya le había dicho ella que no era buena cocinera… Fue a la habitación, se vistió, cogió las llaves de la casa y salió a comprar algo para comer.
Mientras, Noelia se duchaba rápidamente agradeciendo cada gota de agua fría que caía en su cabeza. Estaba visto que la edad estaba causando estragos, porque ya no aguantaba las resacas ni el trasnochar como los aguantaba antes. Su cabeza parecía que le iba a estallar, pero aún así no podía parar de sonreír por la maravillosa noche que había pasado. Salió de la ducha y fue a la habitación para vestirse, y para su sorpresa, Benito no estaba allí.
- Benito, espero que ya estés listo y arreglado porque llegamos tardísimo.
Pero nadie contestó…
- Benito…
Salió al salón y tampoco estaba por allí… “No se habrá enfadado por haberle gritado, ¿no?”. Llamó a su móvil pero no contestaba…
Empezó a dar vueltas por el salón pensando en la manera tan brusca con la que había hablado a Benito nada más levantarse, después de haber pasado su primera noche juntos. Y encima después de haberle dicho que estaba guapa al dormir.
- ¡Si es que soy una burra y una bocazas!
Se sentó en el sofá y empezó a pensar en voz alta.
- Claro, se habrá pensado que he pasado la noche con él porque ayer estaba borracha y que hoy ya me he arrepentido, como pasó cuando nos besamos por primera vez… ¡Y normal que piense eso! ¿¡Pero a quién se le ocurre pegarle un berrido nada más despertarme!? Claro, y después de comparar el estar con una borde insoportable a estar con una niña con la que se lleva de lujo y con la que tiene un montón de cosas en común, pues es evidente con quien habrá decidido quedarse. ¡Si es que soy imbécil!
Noelia estaba tan enfrascada en su propia conversación echándose la bronca que ni se había dado cuenta que Benito había entrado cargado con un montón de bolsas.
- ¿Con quién hablas?
- ¡Aaah!
Ambos pegaron un brinco, ella del susto de verle de repente y él por el grito que había dado ella.
- ¡Beni, por qué te has ido!… ¿¡Se puede saber por qué no me cogías las llamadas!?
- Me he dejado el móvil en la chaqueta del traje, y lo tengo en silencio… Es que no había nada en la nevera.
Noelia se dio cuenta entonces de que en las bolsas que llevaba Benito no había ni más ni menos que todo tipo de comida para el desayuno: desde pan de molde, mantequilla y mermelada, hasta cruasanes, pan de leche, magdalenas, y todo tipo de bollería.
- No he comprado café porque ya he visto que es lo único de lo que tenías.
Noelia se levantó corriendo y le abrazó tan fuerte que a Benito se le cayeron todas las bolsas de las manos, y empezó a darle muchos besos en la mejilla.
- Pero bueno, ¿tú no estabas mosqueada conmigo?
- Lo siento, lo siento, lo siento… No quiero pelearme contigo, no quiero gritarte, no quiero que te vayas nunca más.
- No lo haré, te lo prometo.
Se besaron y empezaron a colocar las cosas de la compra.
- ¿Pero cuantas cosas has comprado?
- Las que hicieran falta para tener un desayuno como Dios manda… ¿no dicen que el desayuno es la comida más importante del día? Pues que no le falte de nada a mi princesa.
- Que pelota eres… seguro que quieres pedirme algo a cambio.
- ¿Yo? Para nada… Bueno, sólo que… el desayuno me ha salido por 15€.
- Si ya me extrañaba a mí…


Desayunaron todo lo rápido que pudieron y salieron pitando para Bulevar 21…
Llegaron y antes de entrar, pararon en la puerta.
- Benito… antes de entrar me gustaría hablar contigo de un tema.
- Dime.
- Verás… no quiero que creas que me avergüenzo, ni mucho menos, pero yo creo que delante de los compañeros no deberíamos mostrar lo que sentimos el uno por el otro ni dar señales de afecto, ya que eso podría debilitar el ambiente relajado de trabajo que hay, y tampoco hay necesidad de mostrar continuas muestras de afecto. Sin contar con la confianza que se tomarían los empleados conmigo y la pérdida que supondría del poco respeto que me tienen al saber que tenemos un vínculo afectivo… No sé si me explico.
- Sí… con toda esa palabrería lo que me quieres decir es que ocultemos nuestra relación.
- Es que no lo quería decir así, suena muy brusco.
- No, si yo por mí no hay problema Noe, pero lo que pasa es que toda la peña debe saber ya que hemos pasado la noche juntos… y no jugando al parchís precisamente.
- ¿Y por qué dices eso?
- Pues porque te recuerdo que estuvimos bailando juntos durante toda la noche, nos besamos en mitad de la pista de baile y nos fuimos juntos de allí. Vamos, que se enteró hasta el DJ.
- ¡Mierda! Eso me pasa por beber…
- Pero que no pasa nada, Noe. Si son mas majos que todas las cosas, ya verás como nos dan la enhorabuena y se olvidan.
- Eso espero… no me gustaría tener que aguantar cotilleos a mis espaldas.
Entraron en Bulevar y saludaron a Reme, que les devolvió el saludo con una sonrisa de oreja a oreja. Mientras esperaban al ascensor, Noelia miraba de reojo a Reme, la cual seguía mirándolos con la misma sonrisa. Noelia se acercó a Benito y le dijo al oído:
- Nos está mirando…
- Imaginaciones tuuuuyas.
Llegó el ascensor, ambos se metieron en él y pulsaron el botón con el número 6. Nada más empezar a subir, Reme llamó a la extensión de Julia en “Dirichi”.
- Nena, ¡confirmado! La Bella y el Pelusa han tenido rollito esta noche… ¡Que sí, que acaban de llegar juntos! ¡Y mira las horas que son! Seguro que se han pasado toda la noche dándole al cuerpo alegría Macarena y esta mañana se les han pegado las sábanas… Sí, muy fuerte…
Mientras, Benito y Noelia llegaban a redacción, donde el ambiente estaba muy relajado. Se notaba que la mayoría de los allí presentes habían sido invitados a la boda de Bárbara y Santi, porque sus caras eran dignas del museo de los horrores: ojeras por aquí, bostezos por allá, cabezadas por acá… sin embargo notaron la ausencia de la redactora jefe y el reportero.
Se sentaron en sus asientos e inmediatamente después Noelia empezó a notar que la gente cuchicheaba a su alrededor.
- ¡Benito!
- Dime, prin…
- ¡¡Sshhhh!! No me llames eso aquí… ¿Lo ves? ¡Ya están cuchicheando otra vez!
- ¿Pero qué dices? Noe, te estás volviendo un poco paranoica ¿eh?
- ¡Que no! Que nos están mirando, y cada vez que pasan por nuestro lado se giran y cuchichean…
- Que no cuchichean, que están trabajando como siempre… De verdad, no pienses en eso.
- Como se nota que tú no tienes de qué preocuparte…
- ¿A qué te refieres?
- Pues que a ti te van a tratar como a un héroe por haberte acostado con la directora de marketing, pero a mí…
Noelia se dio cuenta enseguida de la metedura de pata monumental que acababa de hacer.
- Lo siento… No quería decir eso, lo que quería decir…
- No, si has dejado muy claro lo que quieres decir… yo soy un mindundi en esta empresa y no merezco estar con la “señora directora de marketing”. Mensaje captado.
Benito se levantó y fue al ascensor, pero Noelia se levantó rápidamente y se metió con él a tiempo, antes de que se cerraran las puertas.
- Sabes que no pienso eso…
- Pues para no pensarlo bien que lo acabas de soltar… pero que no pasa nada, de verdad, que aquí en la oficina tú por tu lado y yo por el mío como siempre.
- Tampoco es eso, pero lo que no quiero es ser víctima de los cotilleos de esa panda de cotorras.
- ¿Pero es que no te das cuenta de que esos cotilleos van a estar siempre ahí? Y cuanto más lo ocultemos, más se cotilleará… ¿O no has visto que ya nadie habla de la relación de Nacho e Isabel? Y fue un bombazo informativo en su momento.
- A lo mejor es que tengo miedo…
- ¿¡Miedo de qué!?
- De que te despellejen porque estás conmigo… ¿tú que crees que dirían si supieran que estás con la borde, la antipática, la mandona y la insoportable de Noelia?
- Es que a mí me da igual lo que piense la gente… yo sé perfectamente como eres, y con eso me basta.
De repente, Noelia apretó el botón de Stop del ascensor.
- ¿Qué haces?
- Que tienes razón… que no puedo estar toda la vida condicionada por lo que diga o haga la gente. Yo quiero estar contigo y punto… Y a quien no le guste, pues que no mire..
Se fue desabrochando los botones de la blusa que llevaba.
- Noelia…
- Vas a saber lo que es subir bien alto sin necesidad de apretar ningún botón del ascensor.
Se besaron apasionadamente e hicieron el amor en ese ascensor en el que tantas parejas se habían formado.

CONTINUARÁ.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Capítulo 10 - Mirada al pasado

[En cursiva: FLASHBACKS]
Finalmente, llegó la hora de irse. Benito acompañó a Noelia a su casa, y al llegar al portal, le invitó a entrar y tomarse la última copa...
La casa de Noelia era más acogedora de lo que Benito se imaginaba. El salón era lo más grande de la casa, y se comunicaba con una pequeña cocina (a Noelia no se le daba bien cocinar). Justo a la derecha de la cocina se encontraba la puerta a su dormitorio, y dentro de él había un pequeño cuarto de baño.
- Bueno… pues esta es mi casa.
- Es muy bonita, sí sí sí…
- Ponte cómodo, voy a por las copas.
Benito se sentó en el gran sofá que había en medio del salón, quitándose la chaqueta del traje que había llevado a la boda. Al momento llegó Noelia con dos copas y una botella de Champán.
- Bueno bueno bueno, que despliegue… ¿Qué celebramos?
- Pues celebramos un montón de cosas.
- ¿Ah sí?
- Sí… celebramos que tus amigos se han casado… celebramos que estamos aquí, juntos… y sobre todo, celebramos que hoy por fin tengo las ideas claras.
- Pues es verdad, sí que hay cosas que celebrar.
Ambos chocaron sus copas y bebieron el champán mientras sonreían.
- Quien nos iba a decir hace unos meses que estaríamos así de bien…
- Pues sí, sobre todo sabiendo cómo empezó todo… ¿te acuerdas?

Benito les cuenta en la cafetería de Bulevar 21 a Marga, Puri y Valentina el plantón de Roberto cuando iba a casarse con Noelia… lo que no sabía es que Noelia estaba detrás suya.
- Benito: Al principio la tía estaba toa feliz: “Ay que bien que me caso, ay que bien que me caso…” Pero luego se le descompuso el gesto, Margarita. Se quedó así…
- Valentina: Eeeh, Beni…
- Benito: ¡No, cállate que estoy explicando la movida! Bueno, es que lo más fuerte de todo, la cara que se le quedó luego… así, como de champiñón mustio. Champiñón pasao, así…
- Puri: Benito, Benito…
- Benito: ¡¡Que no, que me escuches ya, que me escuches de una vez!! Es que es muy fuerte, ¿eh? Porque esa pareja no pega absolutamente nada, porque Roberto es súper simpático, pero ella…
- Noelia: ¿Ella qué?
- Benito: ¿Eh…? Noelia… ¿Qué tal? ¿Llevas mucho tiempo aquí? Has escuchao todo, ¿no?

Ambos se ríen recordando la metedura de pata de Benito.
- Como te pasaste, ¿eh?
- Yo quería que me tragara la tierra, que mal lo pasé…
- Oye, y… ¿es verdad que se me puso cara de champiñón?
- Mustio…
Ella le pega en el hombro de forma cariñosa y siguen riéndose, mientras siguen sirviéndose un poco más de champán.
- Bueno, pero eso no fue nada comparado con lo que pasó después. Para que luego digan que no existe el destino…

Benito y Valentina hablan mientras hacen fotocopias.
- Le dijiste que se parecía a un champiñón, ¿y qué? Si fuera Richard, ahí si habría problemas porque es tu jefe, pero Noelia…
- Bueno, eso es verdad. Por lo menos no tenemos que trabajar juntos…
Noelia sale de su despacho, que se encuentra justo al lado.
- ¡Andaaa! ¿Una nueva reunión de cotorras? No me estaréis despellejando otra vez, ¿no?
- ¡Noo! No no no, hombre no, despellejando no, que va…
Llega Isabel.
- ¿Qué pasa? ¿Algún problema?
- No, que va. Una consultilla sobre software al técnico informático. Ya sabes, cooperación entre departamentos…
- Pues no sabes lo que me alegra que os llevéis tan bien…
- ¿Y eso?
- Por el proyecto de marketing para nuestra web. Me lo ha entregado Noelia y es simplemente brillante.
- Muchas gracias.
- Es más, me ha gustado tanto que quiero llevarlo a cabo ya, y quiero que lo hagáis vosotros dos juntos.
- Eeeh, nosotros dos… juntos dices…
- Sí. Vais a hacer un equipo estupendo, estoy segura…

- Ahí sí que quería realmente que me tragara la tierra.
- Y a mí… recuerdo perfectamente que pensé que trabajar contigo sería un suplicio.
- Gracias, mujer…
Noelia empieza a reírse.
- Pero eso fue antes de descubrir que eras todo un genio creativo… ahí fue realmente cuando empezó todo. Tuviste un exitazo con lo de las lagartijas y los muñequitos parlantes, y me demostraste que eras la mejor persona que había conocido en mucho tiempo cuando me consolaste en el peor momento de mi vida…
- Sentía que tenía que hacerlo. Algo en mí me decía que lo único que necesitabas era que alguien te escuchara. Yo siempre supe que debajo de toda esa armadura había un corazón sensible.
- Pues has sido el único, Benito…
- Aunque en algunas ocasiones no me lo pusiste fácil, ¿eh? Mira que pensar que yo te había llevado al huerto con mis “oscuras artes amatorias”…
Los dos se rieron con ganas recordando a Benito en los servicios de Bulevar en calzoncillos mientras Noelia pedía socorro a gritos.
- Madre mía, si alguien llega a entrar en ese momento me hubiese muerto de vergüenza…
- Es que también, ¿a quién se le ocurre despelotarse en mitad del baño?
- Sólo a mí, sí… pero bueno, al final la cosa se calmó y tú decidiste compartir las mieles del éxito conmigo. Ese es uno de los mejores recuerdos que tengo de nosotros.
- ¿Pues sabes cual es el mejor recuerdo que tengo yo?
- ¿Cuál?
Noelia se levantó y fue hacia la mesita de noche de su dormitorio. Encima se encontraba un extraño pisapapeles. Lo cogió y se lo llevó al sofá.
- ¡No me lo puedo creer! ¡Así que de verdad lo conservabas!
- ¿Qué creías, que lo había tirado?
Benito cogió el pisapapeles en forma de lagartija que le había regalado tras el éxito que habían tenido trabajando juntos.
- Está intacto… hasta parece que reluce.
- Es que le doy un poco de brillo todas las noches antes de irme a dormir… es mi patética forma para no sentirme sola. En cierto modo sentía que tú estabas conmigo, y eso me reconfortaba.
- Pues si tú quieres, no vas a tener que darle brillo nunca más…

- ¡No tienes ningún motivo para estar así, tía! Eres guapa, inteligente, eres una chica elegante… ¿Pero qué más quieres?
- Que por fin alguien acepte a compartir su vida conmigo…

- Sólo tienes que pronunciar las palabras mágicas que para que tu deseo se cumpla…
Noelia sonrió y se acercó a Benito hasta que sus narices casi podían rozarse.
- Benito… quiero que compartas tu vida conmigo.
- Tus deseos son órdenes para mí.
Ambos se fundieron en un apasionado beso mientras sentían como sus corazones se les iban a salir del pecho. Nunca antes habían experimentado tanta felicidad.
Benito cogió a Noelia en brazos y la llevó a su habitación, tropezándose con un puff decorativo que había cerca del sofá. Pese a lo enfadado y nervioso que se puso por no poder evitar ser un patoso hasta en los momentos íntimos, le consoló ver que Noelia se reía y le miraba con ternura. Al llegar a la cama la posó con suavidad, sin dejar de besarla en ningún momento. Tan sólo había tenido una experiencia sexual en toda su vida, y se dejó llevar por Carla Warhol… pero esta vez era distinto. Iba a hacer el amor con la mujer a la que quería, tenía que hacerlo bien. Tenía que ser especial, un momento inolvidable.
Dándole vueltas a todo aquello empezó a ponerse nervioso y tenso. Noelia lo notó enseguida.
- ¿Pasa algo?
- No, no, no, no… no pasa nada.
- Benito, si no estás seguro…
- Sí, sí que lo estoy… ¿Y tú?
- No he estado más segura de nada en toda mi vida.
Se abrazaron con fuerzas, y aprovechando la posición, Benito le desabrochó la cremallera del vestido a Noelia. Al separarse, se lo fue quitando dejando al descubierto el cuerpo más bonito que había visto en su vida. Ni Virginia Olsen, ni la Modigliani, ni todas las modelos del mundo… Su chica, Noelia Abad, tenía el cuerpo perfecto.
Noelia empezó a desabrocharle la camisa a Benito, y más tarde, él haría la misión imposible de quitarle a ella el sujetador.
Poco a poco fueron desnudándose y posteriormente comenzaron con los preliminares, todo un descubrimiento para Benito. Su excitación era tal, que tuvo que recordar el consejo que una vez le habían dado sus amigos Jota y Mustang: “piensa en la lista de la compra, en tu madre o en Lucas”.
Mientras Benito pensaba en tomates, lechugas y pimientos, Noelia comenzó a posicionarse.
Hicieron el amor durante aproximadamente una hora y ambos llegaron al clímax.
Agotada, Noelia se tumbó al lado de Benito y le abrazó.
- Te quiero.
- Y yo a ti, princesa.
Unos minutos más tarde, ambos se quedaron dormidos abrazados el uno al otro.

CONTINUARÁ.

martes, 1 de septiembre de 2009

Capítulo 9: De una boda sale otra...

- ¿Cómo? ¿Que ese pardillo tiene acompañante?
- Claro… Paula.
Santi miró a Noelia expectante, y tal como había previsto, su plan funcionó al 100%...
- Pues no voy a poder… porque he decidido que voy a esa boda.
- Aaaaanda, ¿y ese cambio de planes Noe?
- Lo primero, no me llames Noe… Y lo segundo, pues mira, porque nos vendría muy bien que tu empresa de videojuegos volviera a anunciarse en Bulevar y digo yo que invitarás a tu jefe a tu boda, ¿no?
- Claaaaro… Nandy no se pierde ni un sarao.
- Bien, perfecto, pues eso… Noelia Abad nunca pierde la oportunidad de hacer negocios. Ni siquiera durante una boda…
- ¿Y seguro que es solo por eso?
- Pues claro… ¿por qué iba a ser sino?
- No, por nada…
Santi miró fijamente a Noelia, con esa cara de satisfacción que solía poner cuando algo le salía bien.
- Bueno, ¿y cuando es la boda?
- Aquí tienes la invitación… será la semana que viene. Mi Nenúfar y yo no podemos esperar más a ser marido y mujer.
- Está bien… hasta entonces.
Noelia se marchó para Bulevar mientras ojeaba la invitación de boda. El sobre era cuadrado, de color malva, y la invitación llevaba en relieve una muñequita rubia vestida de novia y un muñequito con gafas vestido de novio.
Mientras se horrorizaba por lo ñoños que podían llegar a ser dos personas cuando se casaban, Santi cerraba el puño mientras lo agitaba al aire y decía “¡misión cumplida!”.

Los días posteriores a la celebración en el San Pancracio transcurrieron con nervios y expectación, teniendo en cuenta el enlace que se aproximaba; Benito paraba en Bulevar lo justo y necesario para terminar algunas maquetas, y siempre lo hacía de tal forma que coincidiera con los tiempos de descanso de Noelia. Lo que más le apetecía en ese momento es estar el mayor tiempo posible con sus antiguos compañeros y grandes amigos. Ya casi no recordaba lo bien que se lo podía llegar a pasar con Paula y Santi. Ese hecho enfadaba muchísimo a Noelia, que juntado al hecho de que Chali apenas paraba por el San Pancracio, hacía que su ánimo estuviera siempre por los suelos, y por tanto, todo el día a la gresca. La razón de las ausencias de Chali era que la mayoría del tiempo se encontraba ayudando con los detalles de la boda a Santi y su cachorra, y por tanto, disponía de menos tiempo de charlar cuando llegaba al restaurante. Noelia empezó a darse cuenta de que Chali ya no sólo podía considerarse su consejera espiritual: Necesitaba tener una de esas grandes charlas con una de sus mejores amigas.
Finalmente, después de una larguísima semana para Noelia, llegó el día de la boda.

En la iglesia no cabía ni un alfiler. Noelia llegó de las últimas, justo a tiempo para ver llegar a la novia en una gran limusina conducida por su mejor amigo y padrino de la boda, Richard de Castro.
Noelia odiaba horrores las bodas, todas le parecían igual. Dos zoquetes jurándose amor eterno, arroz por los aires, una cutre-fiesta ideal para emborracharse, y el divorcio meses después.
Sin embargo, algo en ese enlace le pareció distinto a los demás… No sabía si era por el vestido de Hannibal Pantano que lucía la novia, por su cara radiante de felicidad dirigiéndose al altar, o por las lágrimas de emoción de familiares y amigos… pero la parte vulnerable que tantas veces había querido ocultar salió al exterior.
Durante la ceremonia intentó dejar la mente en blanco para que no le invadiera la emoción, pero en uno de esos intentos giró la vista en dirección a los invitados y allí le vio…
Benito lucía un traje muy elegante, con los rizos domesticados bajo una capa de gomina. A su lado, Paula lucía un vestido precioso, y llevaba un moño adornado con flores blancas. La chica agarraba del brazo a Benito, y ambos sonreían felices ante lo que para ellos era la boda del siglo.
A pesar de todos los intentos que había hecho para controlarse, Noelia no pudo evitar empezar a llorar al ver la estampa de los dos amigos agarrados cariñosamente.
Alrededor de Noelia, algunos amigos de los novios sonrieron tímidamente al ver la emoción de la chica.
Iki, una de las mejores amigas de Santi, estaba sentada a la derecha de Noelia. Se acercó a su oído y le dijo:
- Ay chica, no llores… no es una de las mejores bodas que he visto, pero tampoco es tan horrible como para ponerse así.
A la izquierda se encontraba Raquel, antigua compañera de clase en el Liceo de Bárbara, que al escuchar a Iki no pudo evitar soltar un resoplido.
- No le hagas caso, ¡si está siendo preciosa! ¿A que por eso lloras?
Justo detrás se sentaba Dani, ex novio de Bárbara que aún así mantenía una gran amistad con la chica.
- Chicas, dejadla, que bastante tiene con ver a una pareja feliz habiendo venido sola a la boda… ¿no veis que sus lágrimas son de soledad? ¿A que sí, eh, a que sí?
Al lado del chico se sentaba Selena, la mejor amiga de los novios y gran confidente durante su noviazgo. Se podía decir que sin ella, Bárbara y Santi no estarían donde estaban.
- De verdad, que sois más brutos que una infusión de pan rallado… ¡Dejad a la chica en paz que llore por lo que le dé la gana! Perdonales mujer, es que no se les puede sacar de casa.
Ese comentario hizo reír a los 4 amigos, e incluso a Noelia, que se enjuagaba las lágrimas con un pañuelo que le había ofrecido Dani mientras se disculpaba por su desafortunado comentario.

La boda transcurrió con normalidad, y después del “sí, quiero” de los novios se procedió a las rutinarias fotos y a la lluvia de arroz a la salida de la iglesia.
Mientras los novios hablaban con sus familiares y amigos, Noelia se apartó a una esquina para retocarse el maquillaje que se le había corrido después de su llantina con la ayuda de un pequeño espejo.
Benito y Santi se apartaron de la multitud y se apoyaron sobre la limusina para poder hablar tranquilamente.
- Mírala… allí está. ¿Te dije o no te dije que conseguiría que viniese?
- Macho, eres un crack… ¿Cómo lo has conseguido?
- Pues con un viejo truco que nunca falla, tío. Lo que me extraña es que no se te haya ocurrido a ti antes…
- ¿El qué?
- ¡Los celos! No hay nada mas revelador que el darle celos a la chica con la que tonteas con otra tía… y si Noelia ha entrado al trapo es porque siente algo por ti, Beni.
- ¿Tú crees?
- ¡Pues claro, tío! A mí me pasó con mi cucuruchito. Le di celos con la Amaya esa, ¡y mira!
- No sé, Santi…
- Que sí, tú hazme caso… tú sigue haciendo lo que te he dicho, lo que has estado haciendo hasta ahora. Que si risitas por aquí, tonteos por allá, ahora te cojo del brazo, ahora te saco a bailar… y pasado un tiempo, tendrás a Noelia suplicándote que la elijas a ella.
- Yo sigo sin verlo claro…
- ¿Qué lo dices, por Paula?
- ¡Que va, si Paula está encantada! Tú ya sabes que estas cosas a ella le pirrian, y al contarle lo de Noelia se ha portado como una verdadera amiga conmigo… lo que me preocupa es el herir los sentimientos de Noelia. Ya te he dicho que aunque no lo parezca, Noe es muy sensible, y temo hacerle daño.
- Bueno Beni, haz lo que creas conveniente… confío en ti y sé que harás lo correcto.
- Gracias, tío… ¡Y enhorabuena caaanalla!
Los amigos se abrazaron ríendo la imitación de Benito, y poco rato después, llegó Bárbara y ambos se metieron en la limusina en dirección al San Pancracio.

La celebración del banquete en el nuevo salón del “San Pan” discurrió muy animadamente y todo el mundo disfrutó mucho de la comida, la bebida y todo lo que se sirvió. La distribución de las mesas produjo algún que otro quebradero de cabeza en los primeros momentos, ya que los novios sentaron estratégicamente a todos los invitados. Para sorpresa de Noelia, Paula estaba sentada en la mesa de “Antiguos compañeros de Bulevar 21”, y Benito se sentaba en otra distinta: en la misma en que se sentaba ella.
Ninguno de los dos se dirigieron la palabra en lo que duró la comida, tan sólo se miraban de vez en cuando haciendo que saltara la misma chispa que saltó en la redacción de Bulevar el día en que ella decidió ceder a sus sentimientos.
En uno de los momentos de la noche, poco antes de servir los postres, los novios se acercaron a la mesa 14 y saludaron a sus compañeros de trabajo, para asegurarse de que lo estaban pasando bien. Poco después, tras saludar al grupo de amigos que habían hablado con Noelia en la iglesia y darles las gracias por asistir, Bárbara y Santi se acercaron a la mesa de Benito y Noelia e hicieron lo propio con ellos.
Aproximadamente una hora después llegó el momento del baile. Los novios rompieron el hielo con el vals, y pasados unos minutos, todo el mundo se puso en pie y empezó a bailar al ritmo de la música.

En la mesa sólo quedaban Benito y Noelia, los únicos que no se habían levantado a bailar. Él no paraba de mirarla… estaba guapísima, con un vestido azul que le hacía juego con sus preciosos ojos.
Noelia, al notarlo, se puso nerviosa y se levantó para beber algunos de los cócteles que había encima de la barra. La mezcla de las copas con el vino de la cena hizo que se mareara un poco, situación que aprovechó Benito para levantarse rápidamente y ayudarla.
- ¿Estás bien?
- Sí, sólo ha sido un mareíllo…
Ambos volvieron a mirarse, y a Noelia le entró la risa nerviosa típica de las enamoradas con unas copas de más.
- ¿Quieres bailar?
- Claro…
Bailaron un par de canciones rápidas mientras se reían del recuerdo de la anterior vez que habían bailado juntos: en la despedida de soltera de Adri, cuando él hacía de stripper. En otra situación, el recuerdo de ese momento habría avergonzado a Noelia, pero estaba demasiado contenta para que algo así le perturbara.
Tras el final de una de las canciones favoritas de Noelia, “Poker face”, llegó el momento de una canción lenta. Cuando empezaron a sonar los acordes de “Deseos de cosas imposibles”, Benito extendió su mano, y Noelia se la agarró para darle a entender que aceptaba bailar agarrada a él.
Ambos cerraron los ojos y se abrazaron mientras bailaban al compás de la música… sin poder evitarlo, a Noelia le empezaron a resbalar lágrimas de los ojos. Sin embargo, Benito no se dio cuenta hasta que ella suspiró acongojada.
- ¿Qué te pasa?
- Que odio que seas tan bueno conmigo…
- ¿Por qué?
- Porque cuando lo eres me dan ganas de besarte y abrazarte… pero luego te veo con Paula y me duele.
- Paula no significa nada para mí…
- Pues no es lo que parecía en la iglesia…
- Es una gran amiga y un gran apoyo… pero mi corazón ya está ocupado.
- ¿Ah… sí?
- Sí… por una morena borde y prepotente.
Los dos empezaron a reírse. Benito le secó las lágrimas a Noelia, y una vez secas, se acercó y la besó. Ella envolvió el cuello de Benito con sus brazos, sin darse cuenta de que alrededor todos sus compañeros de trabajo cuchicheaban sin creerse lo que sus ojos estaban viendo.
Pasados unos minutos, se separaron y siguieron bailando al son de la música. No pararon de bailar durante toda la noche, acompañando de vez en cuando los movimientos de cadera con un beso.
Finalmente, llegó la hora de irse. Benito acompañó a Noelia a su casa, y al llegar al portal, le invitó a entrar y tomarse la última copa...


CONTINUARÁ