Este Fan Fic es para aquell@s que nos quedamos con ganas de saber más acerca del amor entre Benito y Noelia de la serie "Yo soy Bea": cómo Noelia dejó de resistirse, cómo fue el primer beso, su primera vez, cómo engendraron a su hijo...Como sabiamente dice una gran amiga mía: "Creo que es la mejor forma de celebrar el final de la serie y de recordar los mejores momentos que pasamos en compañía de algunos personajes inolvidables"

martes, 1 de septiembre de 2009

Capítulo 9: De una boda sale otra...

- ¿Cómo? ¿Que ese pardillo tiene acompañante?
- Claro… Paula.
Santi miró a Noelia expectante, y tal como había previsto, su plan funcionó al 100%...
- Pues no voy a poder… porque he decidido que voy a esa boda.
- Aaaaanda, ¿y ese cambio de planes Noe?
- Lo primero, no me llames Noe… Y lo segundo, pues mira, porque nos vendría muy bien que tu empresa de videojuegos volviera a anunciarse en Bulevar y digo yo que invitarás a tu jefe a tu boda, ¿no?
- Claaaaro… Nandy no se pierde ni un sarao.
- Bien, perfecto, pues eso… Noelia Abad nunca pierde la oportunidad de hacer negocios. Ni siquiera durante una boda…
- ¿Y seguro que es solo por eso?
- Pues claro… ¿por qué iba a ser sino?
- No, por nada…
Santi miró fijamente a Noelia, con esa cara de satisfacción que solía poner cuando algo le salía bien.
- Bueno, ¿y cuando es la boda?
- Aquí tienes la invitación… será la semana que viene. Mi Nenúfar y yo no podemos esperar más a ser marido y mujer.
- Está bien… hasta entonces.
Noelia se marchó para Bulevar mientras ojeaba la invitación de boda. El sobre era cuadrado, de color malva, y la invitación llevaba en relieve una muñequita rubia vestida de novia y un muñequito con gafas vestido de novio.
Mientras se horrorizaba por lo ñoños que podían llegar a ser dos personas cuando se casaban, Santi cerraba el puño mientras lo agitaba al aire y decía “¡misión cumplida!”.

Los días posteriores a la celebración en el San Pancracio transcurrieron con nervios y expectación, teniendo en cuenta el enlace que se aproximaba; Benito paraba en Bulevar lo justo y necesario para terminar algunas maquetas, y siempre lo hacía de tal forma que coincidiera con los tiempos de descanso de Noelia. Lo que más le apetecía en ese momento es estar el mayor tiempo posible con sus antiguos compañeros y grandes amigos. Ya casi no recordaba lo bien que se lo podía llegar a pasar con Paula y Santi. Ese hecho enfadaba muchísimo a Noelia, que juntado al hecho de que Chali apenas paraba por el San Pancracio, hacía que su ánimo estuviera siempre por los suelos, y por tanto, todo el día a la gresca. La razón de las ausencias de Chali era que la mayoría del tiempo se encontraba ayudando con los detalles de la boda a Santi y su cachorra, y por tanto, disponía de menos tiempo de charlar cuando llegaba al restaurante. Noelia empezó a darse cuenta de que Chali ya no sólo podía considerarse su consejera espiritual: Necesitaba tener una de esas grandes charlas con una de sus mejores amigas.
Finalmente, después de una larguísima semana para Noelia, llegó el día de la boda.

En la iglesia no cabía ni un alfiler. Noelia llegó de las últimas, justo a tiempo para ver llegar a la novia en una gran limusina conducida por su mejor amigo y padrino de la boda, Richard de Castro.
Noelia odiaba horrores las bodas, todas le parecían igual. Dos zoquetes jurándose amor eterno, arroz por los aires, una cutre-fiesta ideal para emborracharse, y el divorcio meses después.
Sin embargo, algo en ese enlace le pareció distinto a los demás… No sabía si era por el vestido de Hannibal Pantano que lucía la novia, por su cara radiante de felicidad dirigiéndose al altar, o por las lágrimas de emoción de familiares y amigos… pero la parte vulnerable que tantas veces había querido ocultar salió al exterior.
Durante la ceremonia intentó dejar la mente en blanco para que no le invadiera la emoción, pero en uno de esos intentos giró la vista en dirección a los invitados y allí le vio…
Benito lucía un traje muy elegante, con los rizos domesticados bajo una capa de gomina. A su lado, Paula lucía un vestido precioso, y llevaba un moño adornado con flores blancas. La chica agarraba del brazo a Benito, y ambos sonreían felices ante lo que para ellos era la boda del siglo.
A pesar de todos los intentos que había hecho para controlarse, Noelia no pudo evitar empezar a llorar al ver la estampa de los dos amigos agarrados cariñosamente.
Alrededor de Noelia, algunos amigos de los novios sonrieron tímidamente al ver la emoción de la chica.
Iki, una de las mejores amigas de Santi, estaba sentada a la derecha de Noelia. Se acercó a su oído y le dijo:
- Ay chica, no llores… no es una de las mejores bodas que he visto, pero tampoco es tan horrible como para ponerse así.
A la izquierda se encontraba Raquel, antigua compañera de clase en el Liceo de Bárbara, que al escuchar a Iki no pudo evitar soltar un resoplido.
- No le hagas caso, ¡si está siendo preciosa! ¿A que por eso lloras?
Justo detrás se sentaba Dani, ex novio de Bárbara que aún así mantenía una gran amistad con la chica.
- Chicas, dejadla, que bastante tiene con ver a una pareja feliz habiendo venido sola a la boda… ¿no veis que sus lágrimas son de soledad? ¿A que sí, eh, a que sí?
Al lado del chico se sentaba Selena, la mejor amiga de los novios y gran confidente durante su noviazgo. Se podía decir que sin ella, Bárbara y Santi no estarían donde estaban.
- De verdad, que sois más brutos que una infusión de pan rallado… ¡Dejad a la chica en paz que llore por lo que le dé la gana! Perdonales mujer, es que no se les puede sacar de casa.
Ese comentario hizo reír a los 4 amigos, e incluso a Noelia, que se enjuagaba las lágrimas con un pañuelo que le había ofrecido Dani mientras se disculpaba por su desafortunado comentario.

La boda transcurrió con normalidad, y después del “sí, quiero” de los novios se procedió a las rutinarias fotos y a la lluvia de arroz a la salida de la iglesia.
Mientras los novios hablaban con sus familiares y amigos, Noelia se apartó a una esquina para retocarse el maquillaje que se le había corrido después de su llantina con la ayuda de un pequeño espejo.
Benito y Santi se apartaron de la multitud y se apoyaron sobre la limusina para poder hablar tranquilamente.
- Mírala… allí está. ¿Te dije o no te dije que conseguiría que viniese?
- Macho, eres un crack… ¿Cómo lo has conseguido?
- Pues con un viejo truco que nunca falla, tío. Lo que me extraña es que no se te haya ocurrido a ti antes…
- ¿El qué?
- ¡Los celos! No hay nada mas revelador que el darle celos a la chica con la que tonteas con otra tía… y si Noelia ha entrado al trapo es porque siente algo por ti, Beni.
- ¿Tú crees?
- ¡Pues claro, tío! A mí me pasó con mi cucuruchito. Le di celos con la Amaya esa, ¡y mira!
- No sé, Santi…
- Que sí, tú hazme caso… tú sigue haciendo lo que te he dicho, lo que has estado haciendo hasta ahora. Que si risitas por aquí, tonteos por allá, ahora te cojo del brazo, ahora te saco a bailar… y pasado un tiempo, tendrás a Noelia suplicándote que la elijas a ella.
- Yo sigo sin verlo claro…
- ¿Qué lo dices, por Paula?
- ¡Que va, si Paula está encantada! Tú ya sabes que estas cosas a ella le pirrian, y al contarle lo de Noelia se ha portado como una verdadera amiga conmigo… lo que me preocupa es el herir los sentimientos de Noelia. Ya te he dicho que aunque no lo parezca, Noe es muy sensible, y temo hacerle daño.
- Bueno Beni, haz lo que creas conveniente… confío en ti y sé que harás lo correcto.
- Gracias, tío… ¡Y enhorabuena caaanalla!
Los amigos se abrazaron ríendo la imitación de Benito, y poco rato después, llegó Bárbara y ambos se metieron en la limusina en dirección al San Pancracio.

La celebración del banquete en el nuevo salón del “San Pan” discurrió muy animadamente y todo el mundo disfrutó mucho de la comida, la bebida y todo lo que se sirvió. La distribución de las mesas produjo algún que otro quebradero de cabeza en los primeros momentos, ya que los novios sentaron estratégicamente a todos los invitados. Para sorpresa de Noelia, Paula estaba sentada en la mesa de “Antiguos compañeros de Bulevar 21”, y Benito se sentaba en otra distinta: en la misma en que se sentaba ella.
Ninguno de los dos se dirigieron la palabra en lo que duró la comida, tan sólo se miraban de vez en cuando haciendo que saltara la misma chispa que saltó en la redacción de Bulevar el día en que ella decidió ceder a sus sentimientos.
En uno de los momentos de la noche, poco antes de servir los postres, los novios se acercaron a la mesa 14 y saludaron a sus compañeros de trabajo, para asegurarse de que lo estaban pasando bien. Poco después, tras saludar al grupo de amigos que habían hablado con Noelia en la iglesia y darles las gracias por asistir, Bárbara y Santi se acercaron a la mesa de Benito y Noelia e hicieron lo propio con ellos.
Aproximadamente una hora después llegó el momento del baile. Los novios rompieron el hielo con el vals, y pasados unos minutos, todo el mundo se puso en pie y empezó a bailar al ritmo de la música.

En la mesa sólo quedaban Benito y Noelia, los únicos que no se habían levantado a bailar. Él no paraba de mirarla… estaba guapísima, con un vestido azul que le hacía juego con sus preciosos ojos.
Noelia, al notarlo, se puso nerviosa y se levantó para beber algunos de los cócteles que había encima de la barra. La mezcla de las copas con el vino de la cena hizo que se mareara un poco, situación que aprovechó Benito para levantarse rápidamente y ayudarla.
- ¿Estás bien?
- Sí, sólo ha sido un mareíllo…
Ambos volvieron a mirarse, y a Noelia le entró la risa nerviosa típica de las enamoradas con unas copas de más.
- ¿Quieres bailar?
- Claro…
Bailaron un par de canciones rápidas mientras se reían del recuerdo de la anterior vez que habían bailado juntos: en la despedida de soltera de Adri, cuando él hacía de stripper. En otra situación, el recuerdo de ese momento habría avergonzado a Noelia, pero estaba demasiado contenta para que algo así le perturbara.
Tras el final de una de las canciones favoritas de Noelia, “Poker face”, llegó el momento de una canción lenta. Cuando empezaron a sonar los acordes de “Deseos de cosas imposibles”, Benito extendió su mano, y Noelia se la agarró para darle a entender que aceptaba bailar agarrada a él.
Ambos cerraron los ojos y se abrazaron mientras bailaban al compás de la música… sin poder evitarlo, a Noelia le empezaron a resbalar lágrimas de los ojos. Sin embargo, Benito no se dio cuenta hasta que ella suspiró acongojada.
- ¿Qué te pasa?
- Que odio que seas tan bueno conmigo…
- ¿Por qué?
- Porque cuando lo eres me dan ganas de besarte y abrazarte… pero luego te veo con Paula y me duele.
- Paula no significa nada para mí…
- Pues no es lo que parecía en la iglesia…
- Es una gran amiga y un gran apoyo… pero mi corazón ya está ocupado.
- ¿Ah… sí?
- Sí… por una morena borde y prepotente.
Los dos empezaron a reírse. Benito le secó las lágrimas a Noelia, y una vez secas, se acercó y la besó. Ella envolvió el cuello de Benito con sus brazos, sin darse cuenta de que alrededor todos sus compañeros de trabajo cuchicheaban sin creerse lo que sus ojos estaban viendo.
Pasados unos minutos, se separaron y siguieron bailando al son de la música. No pararon de bailar durante toda la noche, acompañando de vez en cuando los movimientos de cadera con un beso.
Finalmente, llegó la hora de irse. Benito acompañó a Noelia a su casa, y al llegar al portal, le invitó a entrar y tomarse la última copa...


CONTINUARÁ

No hay comentarios:

Publicar un comentario